Permiso me desescalo
Hago arte y ayudo a venderlo para tocar vidas; la mía, la de otros artistas y la de quien está al otro lado de los audífonos. Haciéndolo soy muy bien remunerado y feliz. No necesito escalabilidad.
Fui a la RAE para abrir esta entrada con la definición de “escalar”, con el sueño romántico de esquivar a GPT. La RAE no me dio lo que quiero, pues necesito el significado en un contexto de negocios de “escalar”, así que aquí está el inevitable GPT explicando:
En negocios, escalar significa hacer crecer una empresa aumentando ingresos o impacto sin aumentar en la misma proporción los costos.
En nuestros tiempos acelerados y hambrientos, la expectativa de todo y de todos es la de escalar su negocio. Encontrar formas exageradas de retornar cada vez mejor, sin que los costos crezcan a la par de los ingresos, es el objetivo moderno. Ganar más gastando lo mismo. Esto se ha vuelto particularmente rabioso en tiempos de cotización en Bolsa de las empresas y del llamado Venture Capital, que explica así también ChatGPT:
Venture capital (capital de riesgo) es una forma de financiamiento que se otorga a startups o empresas emergentes con alto potencial de crecimiento, pero también con alto riesgo.
Un inversionista de alto riesgo está dispuesto a asumir ese riesgo mayor si la promesa a futuro es recibir rendimientos realmente excepcionales. Un inversionista que esté considerando poner su dinero en una inversión de alto riesgo/alto retorno tiene otras opciones en la calle que podría tomar y que rentan muy bien. Esto depende de los mercados y del acceso del inversionista, pero para mí la inversión disponible y atractiva más obvia y siempre disponible son los CDTs, que mientras escribo esto se ubican alrededor del 11% efectivo anual en Colombia. Esto quiere decir, a brochazos amplios, que si invierto $1.000.000 a un año en un CDT de estos, al finalizar el año me pagarán de vuelta el capital más $111.000 de intereses. Nada mal para ser una inversión disponible para todo el mundo.
La cosa se pone entonces sencilla: si no tengo dinero para fondear mis proyectos, tendré que conseguirlo, y dependiendo del lugar en que lo encuentre, tendré que trabajar muy duro para pagarlo de vuelta. El resultado de esto en las industrias culturales, y en especial en la mía (música), lo resumió muy bien en 2016 Maggie Vail, presidenta de la legendaria disquera independiente Kill Rock Stars: “la obtención de capital a través de esquemas de Venture Capital ha generado una obsesión con la escalabilidad. Pero no todos los negocios son escalables. No todo el arte escala. La escalabilidad es una manera de mierda para medir el impacto. Escalar implica que todo tiene que ser más y más grande y si le pedimos eso a la web, vamos a perdernos los pequeños cambios que realmente cambian vidas”. Este quote de Vail me hizo cerrar inmediatamente el libro en el que lo leí, el obligatorio Mood Machine de Liz Pelly del que tanto he hablado, y lanzarme a decir una sola cosa por este Substack donde siento que me leen con atención: pa'l carajo la escalabilidad.
Para mí, por lo menos. Yo quiero tocar vidas, empezando por la mía. Busco profundidad, significar muchísimo tal vez para unos cuantos, más que significar un poquito para una millonada de personas que me están viendo y escuchando con una esquinita de su atención. Quise escalar en el pasado, quise doblar el dinero que hacía con la misma capacidad instalada. Quise que mágicamente mi modelo de negocio tuviera la capacidad auto-aprendida de doblarse y boom, ser mágicamente rico. Y eso me envenenó. ¿Cómo se ve entonces lo que quiero hoy? Así:

El año pasado nos llevamos una buena dosis de cachetadas con Diamante Eléctrico y yo en lo personal. Nos incomodamos dentro de un sistema, lo hicimos saber y, sorpresa, ya no cupimos en él luego de decir lo que teníamos en la cabeza en este post de Instagram. Incomprendidos, apaleados, confundidos pero completamente repletos de arte, de mensajes, de convicción y de revolución, nos propusimos actuar. Con estas lenguas largotas que nos mandamos y que tantos años temí usar, empezamos a decir lo que correspondía. Fue tan sorpresivo que hasta me dijeron “pero esa no es tu voz, está hablando Galeano por ti, ¿cierto?”, ya que Galeano, mi socio en Diamante, siempre ha tenido la palabra sincera más fluida que yo. Que quien dude del dueño de mis palabras, me lea. Aquí saldaré siempre cualquier interrogante de qué vive en los lugares privados de mi cabeza.
Yo no necesito escalar. Yo no necesito tener más de lo que necesito. Yo necesito hacer más canciones, tomar más cafés de lo que es sano, caminar, criar a mis hijas en tándem con mi maravillosa esposa, viajar a donde haya historias para mí (queden dichos destinos a 30 minutos o a 7 horas de distancia), leer, tomar más café, escribir y estar presente. Nada de esto es barato, pero sí tiene un número, un monto. Y lograr ese número es suficiente para mí. Si yo me ubico allí, a través de mi arte y de tantas otras cosas que sé hacer muy bien como ejecutivo musical, no tengo que escalar nada. Puedo ser un one-man operation por el tiempo que se requiera, servirme mis propios cafés y comprar yo mismo los pasajes de mi banda o de mis clientes, hacer y deshacer y volver a hacer, solo o modestamente acompañado. Y ser un poquito más feliz en el proceso porque, además, el sentido de propósito está completamente sintonizado cuando uno crea tanta magia con sus propias manos.
Eso fue lo que cambió el sábado pasado con ese evento de la foto que dejé arriba. Hicimos nuestro primer encuentro con seguidores del Diamante completamente autogestionado, sin un solo intermediario. La gente que invierte su vida en Diamante vive detrás de una cantidad de muros que no nos permiten hablar con ella. Sí, son “nuestra gente” y ya nos siguen, pero viven en Instagram, TikTok, YouTube, Spotify, etc. Y ninguno de estos jugadores nos deja hablar libremente con nuestros seguidores, porque su modelo de negocio (escalable, por lo demás) es cobrarnos módicas o no tan módicas sumas en pauta para lograr hablar con nuestra audiencia. Lo repito: debemos pagar dinero para hablar con gente que nosotros trajimos hasta ahí con nuestro arte, con nuestros esfuerzos de comunicación y con nuestra capacidad de convocatoria.
Pues adiós. Me los llevo a elclubdelossolitarios.com, una plataforma creada por Juan y por mí, en alianza con un amigo de la vida, Tave, que siempre ha estado aquí para nosotros y que habla tecnología con fluidez. La data de nuestra gente ahí es nuestra, la podemos respetar como se merece ser respetada. Sin esquemas de venta de dicha data, de cobro a terceros porque la usen. Ahora podemos, como hicimos para este sábado pasado por ejemplo, decirles que 60 de ellos pueden pagar por ir a encontrarnos en RPM Récords, una tienda de discos en Bogotá, donde hablamos, tocamos canciones, nos tomamos fotos y coexistimos en una actividad imposible de escalar. Y por eso mismo tan valiosa.
El 24 de mayo de 2025, un poco más de 80 de nosotros nos encontramos durante unas 4 horas en uno de nuestros hogares más antiguos, RPM, a contarnos historias, a comprar merch, a indignarnos y a soltar la indignación juntos, a llorar, a darnos abrazos sinceros y a seguirnos conectando como nos importa. Existen pocas cosas menos escalables que esta. Es imposible de replicar que esa noche, justo en el momento adecuado, alguien nos haya pedido Olvidar es Divino, que casi nunca la tocamos y que no teníamos ensayada, pero que ahí mismo, en ese enanísimo coliseo de la vulnerabilidad, tocamos e hicimos llorar (y lloramos un poco nosotros). Algo así toma tiempo, presencia física, presencia mental, estudio (siempre que hacemos un acústico debemos repasarlo), atención 1 a 1 al cliente, pues las consultas literalmente las contesta Juan, fees de staff, etc. Pero carajo, es suficiente. El sábado hicimos más dinero del que hacemos en un par de meses por vía de las regalías y le entregamos a la gente una experiencia que no se ofrece por ningún otro lado.
Yo, y sé que hablo por Juan también, puedo hacer esto toda la vida. Actividades dispendiosas, inconvenientes, ejecutadas en primerísima persona con un alto desgaste y así mismo un alto retorno emocional y económico. Abominaciones no escalables que tocan personas y que me dejan ver de qué se trata hacer música, pues siempre se ha tratado tanto de quien la recibe como de quien la hace, pero por andar en altísimas escaleras, rara vez se ve quién lo está escuchando a uno allá abajo.
Lo dice también Maggie Vail: “para muchos de los involucrados en la cultura independiente, la meta es la sustentabilidad, no la escalabilidad”. Sustentable, suficiente y feliz. Así quiero vivir.
Este era el texto que no sabía que necesitaba leer. Pierde uno el norte en la búsqueda de quién sabe qué sin saber definir bien cual es "mi suficiente" con el que se vive pleno, y muchas veces nos lo pintan como mediocridad pero…la búsqueda de paz y tranquilidad nunca podría ser tal cosa.
Incluso desde la esquina que habito, esto es alentador.