Repite y repite, ¿somos buenas personas?
Sobre Respira, la obra de teatro que me dio oxígeno. Sobre Buenas Personas, la canción que escribí para la obra. Y sobre todo: sobre el insulto definitivo, que me llamaran músico.
Estoy trabajando en un libro. Su nombre de trabajo hasta hoy es Boyas, porque me estoy narrando a través de canciones que son como puntos en el tiempo y el espacio, referencias regadas por el lago de quién soy, como unas boyas que ayudan a marcar lo recorrido. Hasta hace poco no sabía de qué se trataba el libro, pero con este texto sobre mi canción Buenas Personas por fin lo entendí. En el libro narraré tres momentos de mi vida en mi camino a, por fin, entenderme artista. El primero es el “definitivamente no”, periodo de completa negación y atropello a mi yo artista, que va desde niño hasta el 2012. El “tal vez sí”, tiempo comprendido entre el 2012 y el 2025, desde el comienzo de Diamante Eléctrico hasta hace muy poco, marcado por haber sido tumbado al suelo una y otra vez por los logros de Diamante y de Alvarezmejia e irme quedando sin argumentos para dudarme. Y el tercero, el “definitivamente sí”, con el que Buenas Personas y la obra de teatro Respira tuvieron todo que ver. Esta entrada está escrita en la forma en la que iré canción por canción en el libro, narrándome y descubriéndome, y ojalá dejándole herramientas al que me lea.
Buenas Personas
Alvarezmejia
“Ojo que el músico se pilló algo que no habíamos visto”.
Esto le dijo Nicolás Montero a Cristina Umaña y a Juan Pablo Raba durante un ensayo de la obra de teatro Respira en enero del 2025. Yo, el músico del que hablaba Nicolás, quedé frío. Alguien me había dicho músico y durante varios segundos no logré saborear con certeza si me estaba sintiendo halagado o insultado.

Durante todo el rocoso final del 2024, yo apunté a enero del 2025 como el momento fundacional de una nueva realidad para mí. A finales de octubre de 2024 me aferré fuertísimo a mis convicciones y por haber dicho las cosas que pienso con total franqueza, tuve que emprender un camino de re entendimiento personal, desde lo laboral inicialmente, pero luego desde lo artístico. Tuve que abandonar mis espacios de comodidad y sustento porque ya no cabía con aquellas cosas que la vida decidió revelarme justo en ese momento. Fueron meses que le pegaron muy fuerte a mi sentido de supervivencia, meses de emergencia vital. Fueron días de remitirme a mi cerebro primitivo y de tomar varias veces al día la decisión que debían tomar nuestros antepasados más lejanos cuando estaban al frente de algún mastodonte: congelarse, huir o luchar (fight, flight, freeze). Yo me congelé, controlando unas ganas gigantescas de huir pero sin poder hacerlo, y teniendo muchas ganas de luchar, pero solo utilizadas en mi cabeza durante duchazos mañaneros en los que me convertía en todo un guerrero de sala de juntas. Pero solo en mi mente, o por lo menos al comienzo. Hoy por hoy ya visto la rabia en la solapa con mucho orgullo, mientras la transito.
Hasta octubre de 2024 sólo me consideré capaz de ganarme la vida como ejecutivo musical. Fue algo que por un lado me volví al combinar naturalmente mi naturaleza como creador de música, mi carrera de Administración de Empresas y la naturaleza de mi hogar, donde la empresa siempre ha sido la ley del sustento. Siendo yo el contador de historias que soy, no me bastó con convertirme en un ejecutivo musical. Fui más allá: me conté toda una fantástica historia. Escribí una extensísima argumentación en mi mente sobre cómo este era mi camino natural, el que más lejos me llevaría, el que construiría una familia y el que me salvaría en la conversación de cualquier mesa en cualquier restaurante. Entre vinos y prestantes empresarios, mi speech siempre iba un poco así: “obvio soy músico, es decir, ahí están mis Grammys. Pero a ver -bajaba la voz- yo bobo no soy. De eso no se puede vivir. Por eso tengo una empresa donde soy un ejecutivo musical”. Empresario. Ejecutivo. Socio. Y bueno, un músico la machera, encima de todo aquello, pero como elemento accesorio. Aplausos. Vítores. Salud. Salud.
Entendí siempre al músico como la fuerza creadora, la chispa iniciadora, y poco más que eso. “El problema de las bandas es que están llenas de músicos”, solía decir con frecuencia. En mi ejercicio musical personal me dedicaba a ir a los espacios de creación por el mínimo tiempo exigible, siempre bajo agenda (literalmente). A cumplir las 2 o 3 horas que había designado para la tarea de turno, fuera escribir o grabar guitarras o cualquier otra iteración del oficio, para rápidamente mudar luego de piel y volver a salir al mundo real como un responsable adulto. Yo sí era un músico sensato, ¿ven? ¿Ahora sí me dejarán tener familia sin preocuparse de cómo vamos a comer?
Ahora que lo escribo y lo leo, suena como un diseño impecable. Si algún papá de músico joven lee esto, perfectamente puede cortar la página hasta aquí, salir a la habitación de su hijo con el texto incompleto en la mano y decirle “¿si ve mijo? Sí se puede, solo hay que estudiar Administración también, entender que crear arte es un juego intrascendente y meterse la música entre las medias, bien adentro, para que no se vea durante el día”. Pero resulta que esto es completamente falso y dañino.
Yo me rompí por hacer exactamente eso. Por andar mudando de piel, cambiando el alma de recipiente según el cuarto al que entrara. Todo eso terminó por romperme. Durante todo 2024 tuve más crisis depresivas de las que son normales para mi. También tuve frecuentes episodios ansiosos. Estuve, por decirlo de alguna forma, peor de lo normal. Y me asusté muchísimo. Sentí que mis males estaban entrando a puntos de no retorno y que eventualmente el mundo se rendiría, dejaría de intentarlo conmigo. Mi familia, mis colegas, sentía que todos iban a reunirse secretamente a decretar que suficiente era suficiente, que me dejarían ir. Enclaustrado. Cerrado. Inapto para el mundo real.
Y entonces corto a la mañana de enero en la que Nicolás Montero, Director de la obra de teatro Respira, va y me dice músico. Después de cruzar el valle de los muertos de rodillas durante todo el final del 2024, de intentar conciliar y reparar esta alma fracturada, de hacer las pases con todos mis yos y de determinar que tenía, por fin, que conciliar el personaje, Nicolás me acusa de lo peor y lo mejor que me pueden acusar. Al tiempo. “El músico”. Ouch y enhorabuena, al tiempo.

Respira, la adaptación a español de la obra de teatro Lungs, fue un regalo de esos que no tengo que decodificar demasiado para entender su función en mi camino. Le pedí al Universo, a la vida, a mi Dios (un Dios que vive fuera de religiones pero bebe de varias), respuestas en este camino de conciliar la difícil pregunta de quién soy, y me las entrega clarísimas en clave de llamada de Juan Pablo Raba a finales de 2024 diciéndome “ya que andas en cambios y buscando nuevos aires, ¿por qué no haces la música de una obra de teatro que estoy haciendo?”. Fue así como terminé a comienzos de enero del 2025 en el salón 608 de la Universidad Konrad Lorenz de Bogotá, durante los ensayos de la obra, cantando “Buenas Personas”, la composición resultante de haberme leído el guión durante las vacaciones de fin de año.

Aquello que me “pillé” sobre la obra y a lo que hizo referencia Nicolás cuando me tildó de músico, fue que, para mi, la obra gira alrededor de dos personas, una pareja, que se intentan probar a sí mismos que ellos sí son buenas personas (cosa que creemos todos y nos repetimos constantemente) mientras contemplan la turbulenta idea de tener un bebé. “Repite y repite y repite que soy buena persona” es lo primero que dice la canción y que terminó siendo la forma en la que inicia la obra, con ese pedazo de mi música sonando. La canción sucede al comienzo, en el centro y al final de Respira. Además de la canción, tuve el gusto de hacer toda la música incidental.
Dicen que los tiempos de Dios son perfectos. Bueno, los tiempos de los artistas alternativos e independientes son… los tiempos de los artistas alternativos e independientes. Es difícil coordinar las cosas, más cuando estoy recién bajándome de un ring de boxeo, por lo que no logré configurar este lanzamiento para que estuviera disponible mientras la obra se presentaba. Aunque le queda aún hasta el 12 de abril, ya no alcancé a lanzar Buenas Personas a tiempo. Sin embargo, no quise perder el momentum tan hermoso que tiene Respira y por eso dejo aquí una interpretación entera de la canción, grabada ayer en mi estudio. Qué lindo sería poder coordinar todo siempre, pero qué lindo también es entender que somos seres imperfectos y finitos, interactuando con seres imperfectos y finitos en un ecosistema caótico. Divino si las cosas salen tal cual se desea, pero la forma en la que salgan, dado el caos y la imperfección, es exactamente la forma en la que debían salir. Así que esto, presentar Buenas Personas aquí y así, es simplemente perfecto.
Al momento de escribir esto, estamos a pocos días de las últimas funciones. El proyecto solo creció, ganó importancia dentro de mi vida, y yo no hago sino agradecerlo. Respira me reconcilió con ser nada más que un músico. Me liberó del rigor autoimpuesto de tener que ser el más inteligente del cuarto, el que sí lo entendió todo, el que pueden admirar músicos y ejecutivos por igual. Que me admire el que quiera y cuando quiera, me tiene sin cuidado. En estos meses de caminar sobre puntillas calientes definí que ya no soy el ejecutivo musical que, como anécdota coctelera, ha ganado Grammys con su banda. Ahora me entiendo como un fantástico creador, un músico y escritor, que también fue bendecido con el bonito don de gerenciar proyectos creativos. Claro que gerenciaré, pero el norte ya es claro: cada minuto que dedique trabajando como ejecutivo, será un minuto que me compraré para hacer lo que realmente vine a hacer a este planeta: ser músico, ser contador de historias, ser escritor. Ser un canal de arte propio y de otros, pero primero el propio, ahí vive el cambio radical. Eso me pasa por andar respirando.
Super 👏 palabras, unas tras otra que llevan mi mente a decir, wow que más sigue... Es como una película 🎥 donde espero 🤷 que llegue la siguiente temporada 💪
Gracias por escribir ✍️ Felicitaciones 🇨🇴 ☕️ 👏
Que buena canción, me gustó.
Me pusiste a pensar sobre esos labels que uno mismo a veces se pone o se deja imponer, creo que es un tema de ser y fluir y que cada quien lo vea a uno como se le dé la gana.
Abrazo